Nunca hubiera imaginado los nervios que invaden cuando estas a punto de entrar a probarte los primeros vestidos de novia, escogerás sólo uno. Bueno hay quienes escogen 3 o 4, tipo Kim Kardashian, ese no es mi caso, el mío será el único, por lo que la decisión es más difícil aún.
Si me lo hubieran contado no lo creo o de plano hubiera pensado que es una exageración. Pero no, primero los nervios, dos, te cae el veinte de que el momento cada vez esta más cerca y tres, la ansiedad crece cuando pruebas todos los vestidos y todos te quedan bien.
La primera vez que fui a la boutique, no me decidí por ninguno. Meses después regrese nuevamente, no sólo a una boutique sino a tres. En cada una, te pruebas cinco vestidos como mínimo.
En la segunda tienda, creí haber encontrado el vestido ideal me encantó, pero como cualquier mujer no quise dejar escapar la probadera de otros vestidos en otra tienda diferente. En todas las tiendas te tratan como reina, claro, la actitud de personal a veces varía de una tienda a otra, pero normalmente las personas que ayudan a probarte los vestidos son muy amables. Considerando que entran al probador a ponerte los diferentes vestidos y obvio, además que una se encuentra en ropa interior, tienen toda la paciencia del mundo para escuchar tus ideas del vestido, boda, comentarios negativos o positivos de cada vestido, etc.
Yo escogí mi vestido de novia sola, el único que me acompañó fue mi novio quien se quedaba muy quietecito en la recepción para no ver ningún vestido.
Ese día fueron 15 vestidos si no mal recuerdo que me probé, y al final ahí estaba, el último vestido fue el ideal para mi. Pero antes de tomar la última decisión, necesitaba tiempo para despejarme y pensar las cosas, estaba indecisa entre el primer vestido que me encantó y el último. Nos fuimos a comer y ya en camino de regreso a la tienda, me decidí por el último.
Ahí no acaba mi aventurita, llegamos a la boutique, dimos el enganche del vestido, me dieron la fecha de la primer prueba, que para las que no saben, es la que sirve para medirte nuevamente el vestido y le hagan los ajustes necesarios para que quede perfecto. Salimos de la boutique y en todo el camino de regreso, tenía la imagen del anterior vestido rondando en mi cabecita, sentía mucha inquietud porque las políticas de la tienda, al momento de pagar, ya no devuelven el dinero por cancelaciones.
Estaba tan desesperada que en algún momento pensé en perder ese dinero e ir a la otra tienda por el otro vestido. Pero a mi amorcito no le gusto mucho esa idea, ya casi habíamos dado la mitad del costo del vestido. Estoy de acuerdo que era una idea descabellada. Llegando a mi casa, ya era demasiado tarde porque tuvimos que hacer un viaje de dos horas por carretera, me sentía muy decepcionada con mi elección, pero a la vez algo me decía que el vestido que escogí era mi vestido. Esa noche no dormí bien, pensando en lo que iba hacer, nunca pensé en lo difícil de la decisión.
Al día siguiente, llamé a la boutique donde escogí el vestido y me comuniqué con la amable chica que nos atendió, le explique mi trágico caso y ella tranquila y amablemente, me dijo que no me preocupara, si no quería el vestido que escogí todavía tenía la oportunidad de cambiarlo por otro de la tienda, definitivamente cancelarlo no me convendría porque iba a perder mi dinero y ella muy sincera me comento que seguramente estaba confundida por todos los vestidos que me probé ese día, me iba ayudar enviándome una foto de una modelo con el vestido por mail. Para no hacerles tan largo el cuento llega el modelito a mi email y Oh! sorpresa!! Confirme realmente que ese era mi vestido y que si lo escogí entre los quince que me probé fue por algo no??
Estoy super feliz!! Ahora a buscar los zapatitos, el tocado del cabello y la joyería!!!